El papel de la artesanía tradicional en el siglo XXI

Buscamos en la memoria aquellos objetos que formaron parte de nuestra existencia como un tesoro evocador de sensaciones redivivas, procurando justificar la añoranza de lo cotidiano, lo familiar, lo doméstico, enseres que cautivaban el espacio de otrora alacenas y estantes con la única función de facilitar la vida.  Inevitablemente, esbozamos una sonrisa cuando los recordamos, cuando rememoramos las sillas de enea en las puertas y patios con sus macetas de barro, las redes y el copo en la orilla, los boquerones ensartados en una vara secándose para las espichás, el tomate aliñao en lebrillos de fajalauza, los choricillos al vino o el lomo en orza, los vasos de vidrio soplado, las tinajillas para el vino, los cuencos para el gazpacho o para las mariposas, esas lamparillas de aceite que no podían faltar en casa de las abuelas, los canastos para las papas, las cestas para los ajos y los pimientos secos, la rafia para los sacos de almendras, los serones de esparto para las mulas… porque nuestra historia se empapa de objetos que forman parte de nuestra tradición, de nuestra memoria…

Manolo de «los agustinicos» elaborando un cesto de caña en plena calle (Salobreña)

Con los años el plástico, las melaminas, los materiales sintéticos, han ido sustituyendo todos estos enseres que ahora añoramos y recuperamos como un tesoro para decorar nuestras cocinas, nuestras casas, nuestra vida. Cada vez estamos más cansados de la cultura del usar y tirar, de la compra de productos de baja calidad y que se quedan obsoletos nada más comprarlos. Todo esto contribuye a que lo más tradicional se vuelva contemporáneo, necesitamos rodearnos de productos duraderos y que den sentido al dinero que invertimos, incluso nos atrae la producción lenta  de muchos oficios y que nos dejen vivir la experiencia de sentir el proceso productivo en primera persona.

Piezas de Alfarería Agustín. Niño Daguia (Ourense)

Así pues, en este punto, podríamos afirmar que lo contemporáneo abarca un amplio espectro de realidades estéticas y productivas que van más allá de manifestaciones artísticas centradas en la producción de objetos exclusivos. Si la artesanía está de moda, la artesanía tradicional más aún, solo necesita un toque de modernidad para que no desafine con nuestra forma de vivir y pueda cumplir una función estética compatible con los gustos y deseos de los consumidores actuales.

Blas Emilio Casares de Alfarería Hermanos Casares en acción. Monachil (Granada)

Silvia Caballero de Balikypopoy elaborando una de sus piezas de esparto. Granada

Actualmente, muchos defensores de la artesanía contemporánea construyen su discurso centrándose en el diseño y en los valores estéticos de las piezas como elementos diferenciadores con respecto a otro tipo de artesanías. Se explora un recorrido que transita entre discursos disruptivos capaces de generar una mirada diferente a los productos para transformarlos en objetos de admiración más cercanos a la obra artística y al producto de diseño que a la producción de objetos de consumo vinculados a modelos más tradicionales. Es posible que sea la evolución razonable de una actividad productiva que debe adentrarse en el mundo del arte para su supervivencia. No lo sé, eso lo dejo para los expertos, aunque reconozco que me mantiene atento, no porque deje de ser coherente con una realidad que entiendo representa a una parte, de una extrema exquisitez y sensibilidad sin parangón, digna de admiración y asequible solo para los más afortunados, sino porque estaríamos asimilando la contemporaneidad solo a una artesanía que podríamos llamar “artesanía de autor” y  que, en muchos casos, transita alejada de la realidad productiva que nos encontramos en muchas plazas de nuestro país, lugares donde se sigue realizando una actividad profesional vinculada al producto de siempre, generación tras generación, manteniendo técnicas y procesos de fabricación inalterables, conservando el saber hacer que da nombre a una artesanía singular. Ahora que está a punto de aprobarse definitivamente en Europa la normativa que regulará los indicadores geográficos protegidos para productos industriales y artesanos será esta artesanía más tradicional seguramente la que se posicionará para ser regulada y protegida. Sin duda, su contemporaneidad está servida.

Con Juan Pablo Martínez (Tito), ceramista ubetense, que ha sabido encontrar una visión más contemporánea y desenfadada de la artesanía tradicional

No obstante, hacerme eco aquí de esta defensa de nuestra artesanía más cercana no es impedimento para admirar esa artesanía de autor a la que antes hacía referencia y que es totalmente compatible en este océano de realidades productivas donde navegamos y convivimos, y sin duda, donde hay cabida para todos. Evidentemente, en la actualidad tiene mucho sentido que tome fuerza una artesanía más exclusiva, centrada en el diseño, en la excelencia o el mercado del lujo, incluso en la decoración como fuente de inspiración de exquisitos contenedores turísticos o espacios arquitectónicos únicos, porque no olvidemos que la mayoría de los nuevos efectivos no vienen del taller, se incorporan al sector desde escuelas artísticas o disciplinas universitarias relacionadas con las bellas artes, la arquitectura o el diseño, dejando su impronta y su expertise en obras que guardan armonía con su forma de interpretar la realidad y el conocimiento adquirido en la academia.

Pieza diseñada por Ubaldo Bal (@placton.design) en colaboración con la artesana Sara Sorribes. Valencia 2016

Arquitectura de la tierra. Alfaro Manrique Atelier. Madrid Design Festival 2023

Indudablemente, este tipo de artesanía es muy contemporánea, no podría ser de otra manera, pero no es la única. Además, me parece muy interesante como en paralelo a esta nueva hornada de jóvenes promesas de la artesanía, nos encontramos a un grupo de magníficos profesionales más tradicionales y con una carrera contrastada que se adentran en este nuevo mundo de la exclusividad y producen piezas alejadas de lo habitual en sus mercados dando una interesante y novedosa orientación a su modelo de negocio. El basto conocimiento de los materiales y las técnicas de estos profesionales les permite construir objetos más exclusivos, únicos, jugar con las formas, crear auténticas obras de arte y joyas de la artesanía, piezas que responden a un relato diferente más cercano a esa nueva forma de mirar y dirigidos a un mercado más exquisito, más experto, o en su caso, al  mercado del lujo. Algunos ejemplos los podríamos encontrar en algunas de las exposiciones de artesanía más relevantes que hemos podido disfrutar tanto en nuestro país como fuera de nuestras fronteras en los últimos tiempos.

Piezas de José Luís Bazán. Exposición Rasgos intangibles. SACo. Madrid Design Festival 2023

Vortilina. Mercedes Vicente. Exposición Maestros del Futuro. ACAO, Sevilla 2023

Ramos. Shannon Clegg. Exposición Maestros del Futuro. ACAO, Sevilla 2023

Así pues, el concepto de contemporaneidad, como vemos, debe ir más allá de una tipología, estilo o etiqueta que acompañe a una forma exclusiva de entender la artesanía. Quizá ha llegado el momento de romper con el formalismo y definir la artesanía contemporánea como aquella que responde a los intereses y necesidades del comprador actual de artesanía y no solo a un reducido grupo exclusivo de clientes o una forma de entender la morfología constructiva de las piezas en sentido estricto orientadas a su valor artístico. Desde mi punto de vista, ser contemporáneo equivale a ser actual, y en consecuencia, un producto actual en un sector productivo empresarial, porque la artesanía lo es, responde tanto a cuestiones de competitividad como de carácter estético, no son excluyentes. No es casualidad que empresas como Zara Home comercialice piezas tan tradicionales como la cerámica de Fajalauza o la de Rulo. Si la cerámica artística granadina o la cerámica coruñesa de Buño es competitiva en el mercado actual es porque tiene interés comercial, y por tanto, podríamos decir que es una artesanía totalmente contemporánea.

Diferentes piezas cerámicas tradicionales en la tienda Cocol de Madrid

A modo de conclusión, si atendemos a este tipo de criterios, más relacionados con la actividad productiva y comercial, podremos trabajar con la artesanía más tradicional desde otra perspectiva. Aquí vuelve a tener un papel fundamental el diseño pero no tanto para la creación de obra de autor como para crear piezas que puedan ser atractivas para un mercado mayoritario y responda a las necesidades de un cliente que no busca tanto el carácter utilitario de piezas tradicionales (que también si fuese el caso) sino como productos relacionados con el territorio, la sociedad, la historia, el patrimonio y los materiales. Aquí podríamos incluir a diferentes mercados como el turístico, el experiencial, el terapéutico, la alta cocina, o incluso buscar formular para atraer segmentos de población como los jóvenes que ven la artesanía tradicional como “algo de viejos”, o “inalcanzable” por precio, y que no deberíamos desatender porque serán los compradores del futuro.

A continuación y para terminar, os pongo un video de mi visita hace un mes a Rectoral de Gundivós (Sober, Lugo) donde de la mano del artesano Elías González y la Fundación Artesanía de Galicia pude vivir la experiencia de creación de una pieza tradicional. Todo un lujo, os lo aseguro.

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