Podría ser Capim dourado, una fibra vegetal de color brillante y dorada que se asemeja de forma extraordinaria al oro. Su origen se encuentra en Brasil, en la región de Jalapão, en el Estado de Tocantins, donde se puede encontrar con facilidad y se ha convertido en todo un símbolo turístico que ha permitido el desarrollo de una actividad artesanal bastante importante para la economía de la zona. Esta planta ha sido, además, nombrada Patrimonio de la Humanidad, por tratarse de una especie única en el planeta.
No obstante, como pasa con tantas cosas en este mundo globalizado, el conocimiento de esta fibra ha traspasado fronteras y ahora hay artesanos que lo trabajan por los cinco continentes, de hecho, en Brasil han comenzado a tomarse en serio que deben proteger su producción y venta para que no desaparezca y genere un problema de futuro para la población autóctona regulando con normas su producción y recolección. El Capim dourado, cuyo nombre científico es syngonanthus nitens, es una planta silvestre, las fibras doradas que parecen metálicas realmente son el tallo de las flores blancas que produce. Según he encontrado por internet la normativa establece que los tallos no pueden comercializarse como materia prima para evitar su extinción y mantener la actividad económica de la zona, aunque la verdad, yo no he tenido que viajar a Brasil para encontrarla.
Conocí esta fibra por casualidad. Una mañana de diciembre visitando una feria italiana me encuentro con el stand de Martina Levis una artesana y diseñadora romana que mostraba sus obras doradas, se trataba principalmente de objetos trenzados, con la dificultad que debe entrañar en piezas tan pequeñas que a simple vista parecían de metal. Tras un rato viendo con detenimiento las piezas y comentando con una colega del trabajo lo que teníamos delante, me acerqué a la artesana para pedirle que nos hablara de sus productos. Aquí vino mi sorpresa cuando empezó a hablarme de una fibra de origen brasileño que se conocía como “oro vegetal”, una fibra prácticamente desconocida en Europa, etc., yo empezaba incluso a dudar de si la estaba entendiendo bien hasta que su padre, que se encontraba en ese momento con ella, nos sacó un ramillete de este pasto dorado para que lo tocáramos y entendiéramos mejor de que nos estaban hablando.
Hay tantas cosas que me sorprenden de la artesanía cada día, y tanto que me queda por aprender, que es un lujo poder dedicarme a este sector. Hoy le ha tocado a esta fibra, a esta materia prima totalmente natural, moldeable, ligera y respetuosa con el medio ambiente. Sin duda, es muy importante mantener regulada su producción y si se permite la exportación que sea de forma controlada. Como señala Martina en su web «En Brasil, las licitaciones se han multiplicado en los últimos años para mejorar el procesamiento de capim dourado, con el fin de ampliar la producción y ampliar el mercado. Todo esto hace posible llevar a cabo una microeconomía interna protegida, sostenible y autogestionada». Porque ante todo, debemos preservar nuestro planeta, y la artesanía juega un papel fundamental en ese modelo de economía sostenible que tanto defendemos.